Creación de dos Arciprestazgos para los fieles greco-católicos rumanos del Reino de España


Este año 2025, teniendo en cuenta las necesidades pastorales de las comunidades greco-católicas rumanas en España, y de conformidad con las disposiciones del Código de Derecho Canónico (cf. CIC, can. 374 §2), así como las del Código de Cánones de las Iglesias Orientales (CCEO, can. 276 §2), Su Excelencia, el Cardenal José Cobo Cano, Arzobispo de Madrid y Ordinario del Ordinariato para los fieles católicos orientales residentes en el territorio español, teniendo en cuenta las atribuciones del Ordinario que aparecen en el decreto Nobilis Hispaniae Natio, dispone el establecimiento de los Arciprestazgos de la Madre de Dios y de la Estrella de Oriente.


P. Archimandrita Dr. Vasile Bogdan Buda

P. Daniel Lazăr


El Arciprestazgo de la Madre de Dios cubre a los fieles greco-católicos rumanos de las provincias eclesiásticas de Madrid, Oviedo, Pamplona-Tudela y Valencia, y el Arciprestazgo de la Estrella de Oriente a los de las provincias eclesiásticas de Granada, Sevilla y Toledo.


El objetivo de su creación es fomentar la colaboración entre las parroquias y capellanías del territorio y el Ordinariato para lograr una atención pastoral adecuada y eficiente. Con este noble propósito, y de acuerdo con las disposiciones canónicas de los códigos vigentes sobre los Arciprestazgos (cf. CIC, cc. 553 y 554; CCEO, cc. 276 y 277), se nombra para los fieles greco-católicos en el territorio del Reino de España al Padre Archimandrita Dr. Vasile Bogdan Buda, sacerdote de la comunidad greco-católica de Madrid, como Arcipreste del Arciprestazgo de la Madre de Dios, y al Padre Daniel Lazar, sacerdote de la comunidad greco-católica de Ciudad Real, como Arcipreste del Arciprestazgo de la Estrella de Oriente.


Oramos para que Dios proteja y bendiga a los dos Padres con su gracia para que cumplan su servicio en esta nueva misión, de modo que, como dice el Abad Benito de Nursia: «en todo sea glorificado el Señor», y para que la diversidad de ritos sea testimonio vivo de la unidad de la Iglesia, para que todos seamos uno bajo la misma Cabeza, nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo.



Fuente: Departamento de Prensa del Arciprestazgo de la Madre de Dios

Înființare a două Protopopiate pentru credincioșii greco-catolici români din Regatul Spaniei


Anul acesta 2025, luând în considerare necesităţile pastorale ale comunităţilor greco-catolice române din Spania, și în conformitate cu prevederile din Codul de Drept Canonic (cf. CIC, can. 374 §2), precum și cele din Codul Canoanelor Bisericilor Orientale (CCEO, can. 276 §2), Excelenţa Sa, Cardinalul José Cobo Cano, arhiepiscop de Madrid și Ordinar al Ordinariatului pentru credincioșii catolici orientali din teritoriul Spaniei, luând în considerare atribuţiunile ordinarului așa cum apar în decretul Nobilis Hispaniae Natio, dispune pentru  înființarea protopopiatelelor ‘Maica Domnului’ și ‘Steaua Răsăritului’.


Pr. Arhimandrit Dr. Vasile Bogdan Buda

Pr.Daniel Lazăr


Protopopiatul ‘Maica Domnului’ cuprinde credincioșii greco-catolici români din provinciile ecleziastice de Madrid, Oviedo, Pamplona-Tudela și Valencia, iar Protopopiatul ‘Steaua Răsăritului’ pe cei din provinciile ecleziastice de Granada, Sevilla și Toledo.


Scopul formării acestora este buna colaborare între parohiile și capelaniile din teritoriu și ordinariat în vederea realizării unei pastoraţii suficiente și eficiente. Cu acest scop nobil, și în conformitate cu prevederile canonice din codurile în vigoare asupra protopopiatelor (cf. CIC, cc. 553 și 554; CCEO, cc. 276 și 277), sunt numiţi pentru credincioșii greco catolici din teritoriul Regatului Spaniei Părintele Arhimandrit Dr. Vasile Bogdan Buda, preot slujitor al comunității greco-catolice romane din Madrid, în funcția de Protopop al Protopopiatului 'Maica Domnului', și a Părintelui Daniel Lazăr, preot slujitor al comunității greco-catolice din Ciudad Real, în funcţia de protopop al Protopopiatului ‘Steaua Răsăritului’.


Ne rugăm ca Dumneseu să-i ocrotească și binecuvânteze pe cei doi Părinţi cu harul Său în vederea îndeplinirii slujirii lor în această nouă misiune, pentru ca așa cum spune ava Benedict din Norcia: "în toate să fie Domnul mărit", iar ca diversitatea riturilor sa fie marturia vie a unității Bisericii, pentru ca toți sa fim una, sub același Cap, Domnul și Mântuitorul nostru Isus Cristos.



Sursă: Departament Media al Protopopiatului ‘’Maica Domnului”

Presencia del Vicario del Ordinariato Oriental, D. Andrés Martínez Esteban, en la eparquía de Oradea Mare (Rumanía)


El sábado 6 de diciembre de 2025, Mons. Virgil Bercea, Obispo de Oradea Mare, ordenó sacerdotes a dos diáconos, entre ellos Dominic Catrinescu, quien estudió en Pamplona y pertenece a la Capellanía del Bautismo del Señor de Granada y al Ordinariato Católico Oriental de España, pastoreado por nuestro Arzobispo-Cardenal José Cobo. Varios seminaristas del seminario de los Tres Santos Jerarcas de Oradea recibieron también las órdenes menores del subdiaconado y del lectorado acompañados por su rector, el Padre Antón Cioba.



En la misma celebración el obispo confirió el título de ‘iconom stavrofor’ (ecónomo estauróforo) al Rev. Prof. Dr. Andrés Martínez Esteban, vicario del Ordinariato Oriental para los fieles católicos orientales en España. El mismo título fue otorgado igualmente a Mons. Luca Caveada, secretario de la Nunciatura Apostólica de Rumanía y Moldavia.



El acto tuvo lugar en la histórica iglesia de San Nicolás de Oradea.


El Obispo Virgil agradecio y felicitó a los nuevos ecónomos estauróforos; especialmente le subrayó a Don Andrés que la recepción de este rango eclesiástico representa un reconocimiento a sus méritos y al trabajo realizado en favor de la Iglesia, especialmente de la diáspora greco-católica rumana en España, así como un estímulo para el futuro.



Como signo distintivo en las celebraciones litúrgicas, el sacerdote que recibe este rango porta una cruz pectoral durante los Oficios religiosos. 


En el acto participaron también el responsable de la Conferencia Episcopal de Rumanía, Mons. László Böcskei, obispo de la Diócesis Católica de Rito romano de Oradea; Monseñor Luca Caveada, Secretario de la Nunciatura Apostólica en Rumanía y la República de Moldavia, y el Padre Yuriy Kolasa, Vicario del Ordinariato para las Iglesias Orientales en Austria.


El Obispo pidió al final de la Divina Liturgia por la intercesión de San Nicolás y de la Virgen María que los nuevos sacerdotes, sigan los pasos del Señor con fuerza y ​​valentía, que tengan en todo momento de su vida la disponibilidad que tuvo la Madre de Dios cuando dijo: «Hágase en mí según tu palabra». La Madre de Dios, Madre de todos nosotros, es madre también de los sacerdote y será la madre de estos dos a partir de hoy. Que Dios los ayude y los bendiga por los siglos de los siglos. Amén.



Fuente: egco.ro y https://www.facebook.com/groups/1302788853067465/permalink/25809371725315837/?app=fbl

Traducción y adaptación: Departamento de Prensa del Arciprestazgo greco-católico rumano de la Madre de Dios

06/12 - El Santo Jerarca Nicolás el Taumaturgo


La gran veneración que se ha profesado al santo durante tantas generaciones y el número de iglesias y altares que se le han dedicado en todas partes, son el mejor testimonio de su santidad y de la gloria de que goza con Dios.


Según se dice, Nicolás nació en Patara de Licia, una antigua provincia del Asia Menor. La capital, Mira, próxima al mar, era una sede episcopal. Cuando quedó vacante, Nicolás fue elegido obispo y allí se hizo famoso por su extraordinaria piedad, su celo y sus sorprendentes y numerosos milagros. Los relatos griegos sobre su vida afirman que estuvo encarcelado por la fe y la confesó gloriosamente, al fin de la persecución de Diocleciano. San Nicolás asistió al Concilio de Nicea, donde se condenó al arrianismo. El silencio que guardan algunos autores sobre estos datos los hacen sospechosos. El santo murió en Mira y fue sepultado en su catedral.


Este conciso resumen de Alban Butler nos dice cuanto se sabe sobre la vida de san Nicolás. Sin embargo, no escasean los materiales biográficos, como la biografía que se atribuye a san Metodio, patriarca de Constantinopla, quien murió el año 847.


Se dice que desde la más tierna infancia Nicolás sólo comía los miércoles y los viernes por la tarde, según los cánones. «Sus padres le educaron extraordinariamente bien, y el niño siguió el ejemplo que ellos le daban. La Iglesia le cuidó con la solicitud con que la tórtola cuida a sus polluelos, de suerte que conservó intacta la inocencia de su corazón».


A los cinco años de edad, empezó a estudiar las ciencias sagradas: «día tras día, la doctrina de la Iglesia iluminó su inteligencia y despertó su ansia de conocer la verdadera religión».


Sus padres murieron cuando él era todavía joven y le dejaron una herencia considerable. Nicolás decidió consagrarla a obras de caridad. Pronto se le presentó la oportunidad: un habitante de Patara había perdido toda su fortuna y tenía que mantener a sus tres hijas, pues éstas no podían casarse sin dote. El pobre hombre pensaba ya en dedicar a sus hijas a la prostitución para poder comer. Cuando Nicolás se enteró de ello, tomó una bolsa con monedas de oro y, al amparo de la oscuridad de la noche, la arrojó por la ventana en la casa de aquel hombre. Con ese dinero, se casó la hija mayor. San Nicolás hizo lo mismo por las otras dos. El padre de las jóvenes se puso al acecho en la ventana, descubrió a su bienhechor y Ie agradeció expresivamente su caridad. También existe la tradición de que el santo había resucitado a tres niños a los que un posadero había asesinado y sepultado en un montón de sal.


San Nicolás llegó a la ciudad de Mira precisamente cuando el clero y el pueblo celebraban una reunión para elegir obispo. Dios hizo comprender a los electores que san Nicolás era el hombre indicado para el cargo. Era por entonces el principio del siglo IV, cuando se desencadenaron las persecuciones. Nicolás era el principal sacerdote de los cristianos en esa ciudad y predicaba con toda libertad las verdades de la fe, fue arrestado por los magistrados, quienes le mandaron torturar y le arrojaron cargado de cadenas en la prisión, con otros muchos cristianos. Pero cuando el grande y religioso Constantino, elegido por Dios, fue coronado con la diadema imperial de los romanos, los prisioneros fueron puestos en libertad. También el ilustre Nicolás recobró la libertad y pudo regresar a Mira».


San Metodio afirma que «gracias a las enseñanzas de Nicolás, la metrópolis de Mira fue la única que no se contaminó con la herejía arriana y la rechazó firmemente, como si fuese un veneno mortal». Algunas tradiciones afirman que asistió al Concilio de Nicea el año 325. Según otras tradiciones, san Nicolás no sólo asistió al Concilio, sino que dio a Arrio una bofetada en pleno rostro. En vista de ello, los Padres conciliares le privaron de sus insignias episcopales y le encarcelaron. Pero el Señor y su Santísima Madre se le aparecieron allí, le pusieron en libertad y le restituyeron a su sede.


San Nicolás tomó también medidas muy severas contra el paganismo y lo combatió incansablemente. Destruyó, entre otros, el templo de Artemisa, que era el principal de la provincia, y los malos espíritus salieron huyendo ante él. El santo protegió también a su pueblo en lo temporal: el gobernador Eustacio había sido sobornado para que condenase a muerte a tres inocentes. En el momento de la ejecución, Nicolás se presentó, detuvo al verdugo y puso en libertad a los prisioneros. En seguida, se volvió a Eustacio y le reprendió, hasta que éste reconoció su crimen y se arrepintió. En esa ocasión estuvieron presentes tres oficiales del imperio que iban de camino a Frigia. Cuando dichos oficiales volvieron a Constantinopla, el prefecto Ablavio, que les tenía envidia, los mandó encarcelar por falsos cargos y consiguió que el emperador Constantino los condenase a muerte. Al saberlo, los tres oficiales, recordando el amor de la justicia de que había dado muestras el poderoso obispo de Mira, pidieron a Dios que los salvase de la muerte por sus méritos e intercesión. Esa misma noche, san Nicolás se apareció en sueños a Constantino y le ordenó que pusiese en libertad a los tres inocentes. También se apareció a Ablavio. A la mañana siguiente el emperador y el prefecto tuvieron una conferencia, mandaron llamar a los tres oficiales, y los interrogaron. Cuando Constantino supo que habían invocado a san Nicolás, los puso en libertad y les envió al santo obispo con una carta en la que le rogaba que no volviese a amenazarle y que orase por la paz del mundo. Durante mucho tiempo, ése fue el milagro más famoso de san Nicolás, y prácticamente lo único que se sabía sobre él en la época de san Metodio.


Todas las tradiciones afirman unánimemente que san Nicolás murió y fue sepultado en Mira. En la época de Justiniano (s. VI), se construyó en Constantinopla una basílica en honor del santo. Un autor griego anónimo del siglo X dice que «el Oriente y el Occidente le aclaman unánimes. Su nombre se venera y se construyen iglesias en su honor en dondequiera que hay seres humanos: en la ciudad y en el campo, en los pueblos, en las islas y en los extremos de la tierra. En todas partes hay imágenes suyas, se predican panegíricos en su honor y se celebran fiestas. Todos los cristianos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, niños y niñas, respetan su memoria e imploran su protección. Y el santo derrama beneficios sin límite a través de las generaciones, entre los escitas, los indios, los bárbaros, los africanos y los italianos».


Cuando Mira y su santuario cayeron en manos de los sarracenos, varias ciudades italianas se disputaron el honor de rescatar las reliquias del santo. La rivalidad se manifestó particularmente entre Venecia y Bari y, finalmente, ganó esta última. Las reliquias, robadas bajo las narices de los guardias griegos y mahometanos, llegaron a Bari el 9 de mayo de 1087. En su honor se construyó una iglesia, y el Papa Urbano II asistió a la consagración. La devoción de San Nicolás existía en el Occidente desde mucho antes de la translación de sus reliquias, pero este acontecimiento contribuyó naturalmente a popularizar la devoción, y en Europa comenzó a hablarse de los milagros del santo tanto como en Asia.


En Mira, se decía que «el venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud, sudaba una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los enfermos, para gloria de aquél que había glorificado a Jesucristo, nuestro verdadero Dios». El fenómeno no se interrumpió con la translación de los restos; según se dice, el «maná de San Nicolás» sigue brotando en nuestros días, y ello constituye uno de los atractivos principales para los peregrinos que acuden de toda Europa.


La imagen de san Nicolás aparece más frecuentemente que ninguna otra en los sellos bizantinos. Al fin de la Edad Media, había en Inglaterra más de 400 iglesias dedicadas al santo. Se dice que, después de la Santísima Virgen, San Nicolás es el santo al que los artistas cristianos han representado con más frecuencia. En el Oriente se le venera entre otras cosas, como patrono de los marineros; en el Occidente, como patrono de los niños. Probablemente, el primero de esos patrocinios se originó en la tradición que afirma que san Nicolás se apareció durante su vida a unos marineros que le habían invocado en una tempestad, frente a las costas de Licia y los llevó sanos y salvos al puerto. Los navegantes del mar Egeo y los del Jónico, siguiendo la costumbre de Oriente, tienen una «estrella de San Nicolás» y se desean buen viaje con estas palabras: «Que san Nicolás lleve el timón». De la tradición de los tres niños se deriva el patrocinio de san Nicolás sobre los niños y muchas otras prácticas, así eclesiásticas como seculares, relacionadas con ese incidente; tales, por ejemplo, el «niño-obispo» y la costumbre de hacer regalos en la Navidad, originariamente tan común en Alemania, Suiza y los Países Bajos, en lugar de la más latina de hacerlos por Epifanía. La liberación de los tres oficiales imperiales hace que los prisioneros invoquen a san Nicolás. A este propósito se contaban muchos milagros del santo en la Edad Media.


En Rusia san Nicolás es todavía más popular que en los países del Mediterráneo oriental y el noroeste de Europa. En efecto, san Andrés Apóstol y san Nicolás son los dos patronos de Rusia, y la Iglesia rusa celebra la fiesta de la traslación de las reliquias. Antes de la Revolución rusa, había tantos peregrinos rusos en Bari que su gobierno mantenía en dicha ciudad una iglesia, un hospital y un albergue. El santo es también patrono de Grecia, Apulia, Sicilia y Lorena, así como de innumerables diócesis, ciudades e iglesias. La basílica romana de San Nicolás in Carcere fue construida entre el fin del siglo VI y el comienzo del VII. El nombre del santo figura en la preparación de la Liturgia bizantina. Al final del siglo XX, la basílica de San Nicolás de Bari, confiada por el papa Pío XII a los dominicos, es lugar de reunión entre las Iglesias de Oriente y Occidente, y funciona allí el Instituto Ecuménico de Teología San Nicolás.


LECTURAS


En Vísperas


Prov 10,7,6;3,13-16;8,6,34-35,4,12,14,17,5-9;1,23;15,4: El recuerdo del justo es bendito, el nombre del malvado se extingue. La cabeza del honrado atrae bendiciones, la boca del malvado encubre violencia. Dichoso el que encuentra sabiduría, el hombre que logra inteligencia: adquirirla vale más que la plata, es más provechosa que el oro y más valiosa que las perlas; no se le comparan las joyas. En la diestra trae largos años, honor y riquezas en la izquierda. Escuchad, que os hablo con franqueza, mis labios rebosan sinceridad. Dichoso el hombre que me escucha, velando día a día en mi portal, guardando las jambas de mi puerta. Quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza el favor del Señor. A vosotros os llamo, señores; a los humanos dirijo mi voz. Yo, la sabiduría, habito con la prudencia y busco la compañía de la reflexión; poseo el buen consejo y el acierto, mías son la prudencia y el valor. Yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí me encuentran; inexpertos, aprended sagacidad; necios, adquirid buen juicio. Escuchad, que os hablo con franqueza, mis labios rebosan sinceridad; mi paladar saborea la verdad, mis labios detestan el mal; todas mis palabras son honestas, nada en ellas es pérfido o falso; son claras para el que sabe entender, son rectas para quien tiene conocimiento. Prestad atención a mis razones, derramaré mi espíritu sobre vosotros, quiero comunicaros mis palabras.


Prov 10,31-32;11,1-10: De boca honrada brota sabiduría, la lengua tramposa será cercenada. Labios honrados destilan agrado, de la boca del malvado brota el engaño. El Señor detesta la balanza engañosa, los pesos exactos lo complacen. Tras la soberbia llega la vergüenza, con los humildes está la sabiduría. La integridad guía a los honrados, la falsedad descarría a los malvados. La riqueza es inútil el día del castigo, pero la justicia salva de la muerte. La honradez del justo le allana el camino, el malvado caerá en su propia maldad. La rectitud salva a los honrados, la codicia acaba con los ruines. Muere el malvado y muere su esperanza, acaba la confianza que puso en las riquezas. El honrado se libra del peligro, y el malvado entra en su lugar. La boca del malvado arruina a su prójimo, el honrado se pone a salvo porque lo sabe.


Sab 4,7-15: El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso. Una vejez venerable no son los muchos días, ni se mide por el número de años, pues las canas del hombre son la prudencia y la edad avanzada, una vida intachable. Agradó a Dios y Dios lo amó, vivía entre pecadores y Dios se lo llevó. Lo arrebató para que la maldad no pervirtiera su inteligencia, ni la perfidia sedujera su alma. Pues la fascinación del mal oscurece el bien y el vértigo de la pasión pervierte una mente sin malicia. Maduró en poco tiempo, cumplió muchos años. Como su vida era grata a Dios, se apresuró a sacarlo de la maldad. La gente lo ve y no lo comprende, ni les cabe esto en la cabeza: la gracia y la misericordia son para sus elegidos y la protección para sus devotos.


En Maitines


Jn 10,1-9: Dijo el Señor a los judíos que habían acudido a él: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos».


En la Liturgia


Heb 13,17-21: Hermanos, obedeced y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse, cosa que no os aprovecharía. Rezad por nosotros; estamos convencidos de tener la conciencia limpia, y deseos de proceder en todo noblemente. Con la mayor insistencia os pido que lo hagáis para que muy pronto os sea yo devuelto. Que el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Lc 6,17-23: En aquel tiempo, después de bajar con ellos, Jesús se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».



Fuente: eltestigofiel.org / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

21/11 - Entrada de la Santa Madre de Dios en el Templo


De acuerdo con la Sagrada Tradición, la Entrada de la Santísima Madre de Dios al Templo ocurrió así: los padres de la Virgen María, los justos Joaquín y Ana, rogando que acabara su esterilidad, hicieron voto de que si una criatura les era nacida, le dedicarían al servicio de Dios.

Cuando la Santísima Virgen cumplió tres años, sus santos padres decidieron cumplir su voto. Congregaron a sus familiares y amigos, y vistieron a la Purísima María con sus mejores vestidos. Cantando himnos sagrados y con cirios encendidos, las vírgenes la escoltaron al Templo (cfr. Salmo 44:14-16). Allí el Sumo Sacerdote y varios sacerdotes recibieron a la esclava del Señor. En el Templo, quince escalones conducían al Santuario, al que podían entrar sólo los sacerdotes y el Sumo Sacerdote. (Los salmos 119-133 son llamados «cánticos graduales» porque los sacerdotes recitaban uno de estos salmos en cada escalón). Tal parecía que a la niña María le era imposible subir esta escalera. Mas tan pronto como la colocaron en el primer escalón, fortalecida por el poder de Dios, subió rápidamente los demás escalones, llegando al más alto. Entonces el Sumo Sacerdote, inspirado desde lo alto, llevó a la Santísima Virgen al Santo de los Santos, al cual sólo el Sumo Sacerdote podía entrar, y esto sólo una vez al año para ofrecer un sacrificio expiatorio. Por lo tanto, todos los presentes se quedaron atónitos ante este hecho sin precedentes.

Los justos Joaquín y Ana, habiendo confiado su hija a la voluntad del Padre Celestial, regresaron a su casa. La muy bienaventurada María permaneció en las habitaciones para las vírgenes cerca del Templo. Alrededor del Templo habían muchas habitaciones en las que vivían aquellos dedicados al servicio de Dios, según el testimonio de las Sagradas Escrituras y del historiador Flavio Josefo. La vida terrenal de la Santísima Madre de Dios desde su infancia hasta su asunción a los cielos está envuelta en un profundo misterio. Su vida en el Templo de Jerusalén es también desconocida. «Si alguien me preguntara», dijo el bienaventurado Jerónimo, «como la Santísima Virgen pasó el tiempo de su juventud, contestaría que esto es conocido sólo por Dios mismo y por el Arcángel Gabriel, su guardián constante».

Pero hay relatos en la tradición de la Iglesia que indican que durante la estadía de la Purísima Virgen en el Templo, esta creció en una comunidad de piadosas vírgenes, leía diligentemente las Sagradas Escrituras, se ocupaba con trabajos manuales, oraba constantemente y crecía en amor por Dios. En conmemoración de la entrada de la Santísima Madre de Dios al Templo de Jerusalén, la Santa Iglesia instituyó una solemne fiesta desde tiempos antiguos. Los decretos que establecen la fiesta en los primeros siglos del cristianismo se encuentran en la tradición de los cristianos palestinos, donde se hace mención de que la santa emperatriz Elena construyó una iglesia en honor de la entrada de la Santísima Madre de Dios al Templo.

San Gregorio de Nisa menciona esta fiesta en el siglo IV. En el siglo VIII, los santos Germán y Tarasio, patriarcas de Constantinopla, predicaron sermones con ocasión de la fiesta de la Entrada.

La fiesta de la Entrada de la Santísima Madre de Dios en el Templo prefigura la bendición de Dios a la raza humana, la predicación de la salvación, y la promesa de la venida de Cristo.

LECTURAS


En Vísperas


Éx 40,1-5;9-10;16;34–35: El Señor habló a Moisés: «El día uno del mes primero erigirás la Morada de la Tienda del Encuentro. Pondrás en ella el Arca del Testimonio y la cubrirás con el velo. Meterás la mesa y dispondrás los panes; meterás el candelabro y encenderás las lámparas. Colocarás el altar de oro del incienso delante del Arca del Testimonio y colgarás la cortina de la entrada de la Morada. Después tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y cuanto hay en ella; la consagrarás con todos sus utensilios y será sacrosanta. Ungirás asimismo el altar de los holocaustos con todos sus utensilios; consagrarás el altar y será sacrosanto». Moisés hizo todo conforme a lo que el Señor le había mandado. Entonces la nube cubrió la Tienda del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. Moisés no pudo entrar en la Tienda del Encuentro, porque la nube moraba sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.


3 Re 8,1-11: Cuando Salomón terminó de construir el templo del Señor, congregó a los ancianos de Israel en Jerusalén —todos los jefes de las tribus y los cabezas de familia de los hijos de Israel ante el rey—, para hacer subir el Arca de la Alianza del Señor desde la ciudad de David, Sion. En torno al rey Salomón se congregaron todos los varones de Israel. En el mes de etanín, el mes séptimo, por la fiesta, vinieron todos los ancianos de Israel y los sacerdotes condujeron el Arca e hicieron subir el Arca del Señor y la Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en ella. El rey Salomón y todo Israel, la comunidad de Israel reunida en torno a él ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes en número no calculable ni contable. Los sacerdotes acarrearon el Arca de la Alianza del Señor al santuario del templo, el Santo de los Santos, a su lugar propio bajo las alas de los querubines. Estos extendían sus alas sobre el lugar del Arca, cubriendo el Arca y sus varales. Estos se prolongaban hasta el punto de que sus extremos eran visibles desde el santuario, sin que se dejaran ver hacia fuera. Han estado allí hasta el día de hoy. No había en el Arca más que las dos tablas de piedra que Moisés depositó allí en el Horeb: las tablas de la alianza que estableció el Señor con los hijos de Israel cuando salieron de la tierra de Egipto. Cuando salieron los sacerdotes del santuario —pues ya la nube había llenado el templo del Señor—, no pudieron permanecer ante la nube para completar el servicio, ya que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor.


Ez 43,27-44,4: Así dice el Señor: «Concluidos estos días, a partir del día octavo, los sacerdotes ofrecerán sobre el altar los holocaustos y sacrificios de pacificación, y yo os los aceptaré —oráculo del Señor Dios—». Luego me hizo volver al pórtico exterior del santuario que mira hacia oriente. Estaba cerrado. El Señor me dijo: «Este pórtico permanecerá cerrado. No se abrirá nunca y nadie entrará por él, porque el Señor, Dios de Israel, ha entrado por él. Por eso quedará cerrado. El príncipe, porque es príncipe, podrá sentarse allí para comer el pan en presencia del Señor. Entrará por el vestíbulo del pórtico y saldrá por el mismo camino». Después me llevó por el pórtico septentrional hasta la fachada del templo. Vi que la Gloria del Señor llenaba el templo del Señor.


En Maitines


Lc 1,39-49;56: En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo». María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.


En la Liturgia


Heb 9,1-7: Hermanos, también la primera alianza tenía sus ritos para el culto y su santuario de este mundo. Se instaló una primera tienda, llamada el Santo, donde estaban el candelabro y la mesa de los panes presentados. Detrás de la segunda cortina estaba la tienda llamada Santo de los Santos, que contenía el altar de oro para los perfumes y el Arca de la Alianza, revestida toda ella de oro, en la que se hallaban la urna de oro con maná, la vara florecida de Aarón y las tablas de la alianza. Encima del Arca estaban los querubines de la Gloria, que cubrían con su sombra el Propiciatorio. No hace falta explicarlo ahora al detalle. Una vez instalado todo, los sacerdotes entran continuamente en la primera tienda para oficiar allí. En la segunda solo entra el sumo sacerdote, una vez al año, con la sangre que ofrece por sí y por los pecados de inadvertencia del pueblo.


Lc 10,38-42;11,27-28: En aquel tiempo, yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada». Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».



Fuente: Varias / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española